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Resiste Covadonga

Un misterio tallado en piedra

30 Julio 2021 , Escrito por EliasBautistaLeónDeSanMarcos Etiquetado en #Fe, #Iconografía, #evangelización, #devoción, #historia, #religión, #teologia

Existe una pequeña estatua llamada El Hombre de Hierro que fue objeto de la curiosidad y el robo de los nazis y que, a pesar de sus esfuerzos y de otros posteriores, aun en la actualidad sigue suscitando polémica.

Para la arqueología oficial esta estatua, fabricada con el fragmento de un meteorito que cayó hace 15.000 años en la actual frontera entre Rusia y Mongolia, representa “muy probablemente” al dios dhármico Vaisravana conocido como uno de los Cuatro Reyes Celestiales, el Rey del Norte. Bishamonten en Japón.

En el resto de religiones asiáticas tiene mayor o menor importancia como uno de los Siete Dioses de la Fortuna. Hay quién la ha relacionado, probablemente con mejor criterio, con la religión tibetana pre-budista llamada Bön.

Sin embargo esta imagen –fechada como “probablemente” entre los siglos VIII y X - suscita varios problemas sobre todo en lo que respecta a la verdadera identidad de la persona a la que representa.

Hasta la fecha nadie ha podido decir con seguridad que sea Vaisravana ni ningún otro dios de la mitología budista y lo que es más revelador, algunos investigadores han considerado esta figura como algo “de factura occidental” al diferir muchos de sus detalles de lo que se sabe sobre las culturas de la época y lugar.

Parece que han identificado al menos 13 puntos discordantes entre los que figuran la barba, los pantalones o los zapatos, que disienten de los que se llevaban en el Tíbet en aquél momento.

Tanto es así que, como viene siendo habitual con aquello que no se comprende, se ha llegado a teorizar con que sea una falsificación moderna ya que “parece un pastiche de elementos de distintas culturas”…

Pero hay otro detalle que es difícil que un occidental hubiese añadido a esta imagen y es la piedra llameante que aparece en su mano izquierda, la cual, como tantas otras cosas en esta pieza, ha sido solo “probablemente” identificada.

Una de las teorías se dirige hacia la Piedra Chintamani, una piedra sagrada que entre otras, tiene la capacidad de “convertir las aflicciones en inteligencia”. Es uno de los Tesoros caídos del cielo que llevó el Dharma al Tibet.

Pero lo más sugerente es que esta piedra está asociada de manera casi exclusiva a Avalokitesvara; no a Vaisravana ni a ningún otro dios o buddha.

De hecho, las similitudes con Bishamonten son pocas, a duras penas algunas. Bishamonten va armado con un cierto tipo de lanza (algunas veces un báculo o sombrilla) en su mano derecha y lo que porta en su mano izquierda es reconocido claramente como una pequeña pagoda. En su cabeza lleva un casco de guerrero o un moño adornado.  En muchas representaciones está pisando uno o varios demonios.

Por cuanto a la barba y la postura solamente hay unas pocas representaciones de Vaisravana/ Kubera, siempre en su atribución tardía de “dios de la fortuna” en que lo podemos ver sentado con una posición semejante de las piernas (una plegada y la otra “descolgada” o recogida, sentado de una manera cómoda o relajada a diferencia de la típica posición del Loto budista). Unas pocas, las del sudeste asiático que representan a una deidad a duras penas humana, llevan algo parecido a una barba bastante estilizada. Sin embargo en estas representaciones siempre tienen en su mano izquierda un pequeño animal –una mangosta- y la derecha o cerrada o bien en la típica posición del “mudra de la armonía” de los bodhisatvas, con los dedos pulgar e índice unidos.  Rara vez con la mano abierta hacia adelante (como en posición de parar algo, el mudra de la ausencia de miedo, en realidad un gesto pre-budista) y en este caso es ya una especie de buda obeso –al estilo de Hotei- que en nada se parece ya al objeto de este estudio. Son representaciones modernas. Tanto a Vaisravana como a kubera se les representa con una corona en la cabeza y en el caso del primero, muchas veces sentado sobre un tigre. La gran mayoría de deidades asiáticas suelen llevar una estola flotante que pasa bajo sus brazos y rodea su cabeza. En algunas leyendas se dice que es lo que les permite flotar o volar.

 

Asia, Japón, budismo, religiones,
De Izquierda a derecha: Bishamonten, Kubera y Vaisravana.

Y por supuesto ninguna representación de Vaisravana, Kubera, Bishamonten u otra de sus personalidades, lleva en el pecho ese símbolo que  tan sugerente resultó a los nazis; la esvástica o Manji, la cual  se reserva para ciertas representaciones del buddha Siddhartha.

Los halos son muy sencillos, en absoluto como los que vemos en la mayoría de bodhisattvas que son decorados con flores, ondas o incluso llamas. Por el contrario su vestimenta es muy completa y trabajada en comparación con las túnicas sutiles y a menudo abiertas en el pecho que podemos ver en los distintos buddhas.  Así pues la sencillez de los halos no es por imposibilidad en el tallado.

Excepto quizás en la postura, este personaje tan misterioso de la figura no se asemeja a ningún otro y sin embargo tiene un aspecto mucho más realista que la mayoría.

Historiadores como  Achim Bayer, Andrew Tomas  o Alexander Andreyev coinciden en que otros detalles como el nudo de la capa, el pendiente, la capucha puntiaguda (lejanamente parecida a las de los primeros lamas),  algunas particularidades de la vestimenta y el doble halo (uno pequeño tras la cabeza y otro más grande que envuelve todo el cuerpo) lo identifican con la figura poco conocida de Rigden Jyepo el rey futuro de la ciudad idílica de Shambala el cual es equiparado, efectivamente, con Maitreya, el Buddha Futuro.

 

Por otra parte, siendo que esta figura parece proceder de una región que está ya tocando a Rusia no es sorprendente  que algunos hayan visto en este Shambla  un paralelo de su equivalente en el folklore ruso; el reino de Belovodye o Reino de Opona. Un reino donde los campesinos serán felices gobernados por el Zar Blanco.

¿Estamos forzando mucho las cosas al irnos tan al Oeste?  No tanto. Ese paraíso en el que se desterrará para siempre la injusticia, el dolor y la tristeza, un paraíso  al que sólo pueden acceder los puros de corazón, es concebido por los antiguos chinos como “el Paraíso Occidental de Hsi Wang-Mu o Reina Madre de Occidente”. Un lugar en el que viven felices  los Inmortales con “cuerpos perfectos”.

Las leyendas tibetanas al respecto aseguran que este “rey guerrero” que porta armadura pero con su mano derecha hace el signo que los budistas actuales reconocen como el “mudra de la caridad”, llegará de Occidente con su gran ejército  para librar la última gran batalla contra el mal cuando el mundo entre en una era de gran maldad, guerra  y sufrimiento, cuando todo parezca perdido,  y después de vencer, este rey iniciará una era de pureza.

Este hombre barbudo y vestido con ropajes que parecen una recopilación  de prendas de los distintos lugares que se visitarían en el largo recorrido de la Ruta de la Seda (lo que alguien con pocas ganas podría tildar de “pastiche de distintas culturas”), que lleva un único zarcillo y cuya postura iconográfica es claramente la de un budha de la Compasión (Wara) pero sosteniendo la “piedra de toque” propia de Avalokiteshvara, el bodhaisattva de la compasión –no el budha Siddhartha-  y con una cruz en su pecho que fue representada como un Manji, es por ahora un misterio que necesitaría de mayor atención y de mejor investigación. Sin duda es una pieza a tener en cuenta.

 

 

 

[15/07/2021 01:48]

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